Señor director:
En los últimos días se ha instalado en cierto sector de la política chilena la idea de “cancelación”, como una forma de argumentar que no se les quiere dar tribuna. Este fenómeno ha sido ampliamente analizado en el extranjero, y se refiere a poner ciertos límites a discursos de odio, xenofobia y misoginia, pero acá se ha utilizado cuando, con antecedentes en mano, se ha tratado de desmantelar ciertas premisas que son claramente falsas frente al debate constitucional.
¿Y cómo hemos sabido de la existencia de esta supuesta cancelación? Justamente en redes sociales y sobre todo en medios de comunicación masivos, lo que es una contradicción en sí misma, ya que justamente quienes enarbolan esa consigna gozan de muy buena salud, pues pueden utilizar sus redes sin tapujos ni barreras, y son entrevistados recurrentes en espacios de debate e informativos.
Cancelación hubo en dictadura, cuando hubo un control total de la libertad de expresión, cuando por pensar distinto terminabas en la cárcel, torturado, muerto o desaparecido, y el Chile de hoy está lejos de esa realidad. ¿Será que quienes tuvieron la hegemonía del discurso en los últimos 30 años se sienten ahora interpelados? Ese es el juego de la democracia. Distinto es el insulto, el perjurio y la deshonra, que no caben en ningún espacio de debate, pero de ahí a argumentar que existe cancelación por rebatir tus ideas es francamente insólito, por decir lo menos.
Paulina Ibarra
Directora Ejecutiva
Fundación Multitudes
