Las redes sociales se han convertido en el medio a través del cual la mayoría de ciudadanos prefieren informarse. Con los avances tecnológicos y la llegada de la pandemia, gran parte de las campañas electorales se han desarrollado en estas plataformas. En medio de la campaña presidencial en el país, esta situación se posiciona como uno de los principales temas de relevancia en las redes, que además ha traído consigo la proliferación de la desinformación y las fake news, las cuales cuando tienen como blanco a las mujeres para deslegitimarlas con el fin de obstaculizar su participación en procesos electorales. Basadas, por lo general, en creencias sexistas que refuerzan creencias preexistentes sobre el papel de la mujer en la actividad política, especialmente en sociedades que no están acostumbradas a que estén en el poder.
La desinformación fomenta la sospecha y la desconfianza hacia las mujeres que contrarrestan las normas públicamente. La intención de la desinformación como forma de violencia de género en línea es hacernos cuestionar si las mujeres pertenecen o son capaces de tomar decisiones, transformándose en una forma más sigilosa y perniciosa de socavar su participación y disuadirlas de participar en procesos electorales. Esta amenaza tiene consecuencias devastadoras no sólo para las mujeres en la vida pública y, sino también, para las democracias en todas partes.
La desinformación representa una barrera considerable, especialmente en una época donde los estudios demuestran que los usuarios son más propensos a creer en la desinformación. Lamentablemente, los pocos datos existentes con relación a violencia de género en línea indican que son las mujeres las que suelen ser el blanco de agresiones y desinformación en estas plataformas. Para poder combatir la desinformación y las fake news, es necesario que se reconozca como un factor negativo sobre la participación de las mujeres en procesos electorales y en política. La mejor manera de poder lograr esto es comenzar con la investigación. Necesitamos documentar y analizar la desinformación contra las mujeres para poder responder de una manera más eficaz.
A raíz de esta problemática, Fundación Multitudes decidió realizar un estudio con el fin de investigar, documentar y analizar la desinformación contra las mujeres parlamentarias en Chile. De acuerdo a la información recopilada en el estudio:
El 96,8% de las parlamentarias encuestadas ha sido víctima de desinformación como violencia de género en sus años de servicio público o durante su trabajo de campaña.
Este estudio, nacido desde Proyecto Mujeres, que busca aminorar la brecha entre la participación política y las mujeres, se realizó a las parlamentarias chilenas con el fin de conocer sus experiencias e historias en relación al ejercicio político y la deslegitimación sufrida a causa de campañas de desinformación y vulneración de datos. Con ese objetivo, se realizó una encuesta de carácter anónimo consistente, en primer lugar, a preguntas de caracterización de la muestra (cargo, edad, pertenencia a la comunidad LGBT+, años de servicio y pertenencia a algún pueblo originario), cuatro preguntas cuantitativas sobre la experiencia sobre desinformación y, finalmente, un apartado donde se invita a las parlamentaria a describir una experiencia personal vivida en torno a esta temática. Esta encuesta se empezó a aplicar en enero de 2021 hasta septiembre del mismo año. Un 64,5% de las parlamentarias contestó la encuesta, de las cuales
Cuando se consultó sobre su experiencia con la desinformación en el ejercicio político en una amplia mayoría por sobre el 90% respondió afirmativamente, por lo que se puede afirmar que es un fenómeno arraigado, extendido y generalizado en la vida de las parlamentarias, en su carrera y trabajo político, pudiendo plantearse que dicho fenómeno también puede estar extendido a otras mujeres candidatas y/o participantes de la vida política pública como activistas y dirigentas.
También se descubrió a raíz de la encuesta y de la conversación sostenida con las encuestadas que a pesar de que las parlamentarias no consideran que la desinformación sea algo que exclusivamente le sucede a las mujeres, sí consideran que la discusión en torno a las mujeres en cargos públicos incluye temáticas superficiales como la apariencia, vida sexual, familia o el rol que juegan dentro de su vida privada. Por lo que consideran la desinformación hacía las mujeres como un tipo de violencia de género y desacreditación para acceder a la toma de decisiones.
Esta doble rendición de cuentas, doble vigilia, de su mundo privado y público, considerando además la desinformación como desarme, invalidación y deslegitimación de su persona, puede significar una barrera importante en la participación de las mujeres en política y / o la posibilidad de ver en la política una carrera profesional, ya sea por no querer estar expuestas a esta doble revisión o por no querer exponerse a las consecuencias que deja detrás de sí las campañas de desinformación, más aún si éstas están vinculadas a su calidad como personas y / o mujeres dentro de la sociedad en que encuentran. A nivel nacional, solo el 23% de los escaños del Congreso son ocupados por mujeres, y a nivel local -alcaldías- solo un 10% son mujeres.
La Directora Ejecutiva de Fundación Multitudes, Paulina Ibarra, declara al momento de ser entrevistada por el diario El Mercurio con respecto a la encuesta mencionada que “los resultados del estudio, aunque no fueron sorprendentes, si fueron chocantes, porque la desinformación es una forma de violencia de género en línea, y el grave problema es que la gente no sabe reconocer la desinformación, no tiene el conocimiento para reconocer estas campañas”. Además resaltó una nueva arista que se deduce de la última pregunta de la encuesta, pues un 93,5% de las encuestadas respondió afirmativamente a la pregunta “Si usted hubiese tenido el conocimiento de que podría llegar a ser víctima de desinformación, fake news o violencia de género digital ¿habría postulado a un cargo público?” Ante esto, la Directora Ejecutiva de la Fundación declaró que “esto corresponde a un proceso de normalización” del mismo fenómeno.
Por último, el informe concluye que si bien las campañas de desinformación están relacionadas con la política nacional, las personas que la difunden a menudo emplean narrativas dirigidas al género y la sexualidad de las mujeres con el fin de perturbar los procesos democráticos. Con frecuencia, esto es luego amplificado por los medios de comunicación y la población en general, que aunque no teniendo la intención, no reconocen la desinformación o no hacen el proceso de debida diligencia para evitar la difusión de las campañas de desinformación.
Depende de la sociedad civil, gobierno y el sector privado decidir qué estamos dispuestos a tolerar. Es fundamental que se reconozca la desinformación como un problema colectivo para poder colocar esta problemática en la agenda nacional, lo cual facilitará la formulación de políticas y de esta forma, propiciar un cambio que permita a las mujeres participar activamente en los procesos de toma de decisiones y diseño e implementación de políticas públicas, lo cual es clave para la construcción de una democracia más estable y equitativa. Debemos elegir hacerlo mejor por las mujeres, la democracia y nuestro futuro compartido.
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